miércoles, 28 de noviembre de 2007

Pedro Zulen Aybar

Por: Paola Ascención Morales.

Pedro Salvino Zulen Aybar nació en Lima el 12 de octubre de 1889, hijo del comerciante chino Pedro Francisco Zulen y de Petronila Aymar de Zulen, mestiza peruana, proveniente de una familia iqueña. Su instrucción media la realizó en el Colegio de Lima (dirigido por Pedro A. Labarthe) los años 1900, 1902, 1904 y 1905. Su primer artículo: "La religión y la ciencia a través de libros recientes" apareció en La Prensa el 4 de octubre del 2004.

Jorge Basadre Grohmann nació el 12 de febrero de 1903, en la ciudad de Tacna, durante la ocupación chilena. Hijo de Carlos Basadre Forero y Olga Grohmann Butler. Aprendió a leer y escribir en el "Liceo Santa Rosa", escuela que funcionaba clandestinamente en casa de una antigua maestra peruana, la señora Carlota Pinto de Gamalla. En 1912, se traslada a Lima con su familia y estudia en el Colegio Alemán, y en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe.

Estudiantes y profesores sanmarquinos con vocación bibliotecaria

En 1906 Pedro Zulen es admitido en San Marcos. Se matricula en la sección Naturales de la Facultad de Ciencias. En ese entonces era decano el matemático Federico Villarreal. Tres años después, cambia su matrícula a la Facultad de Letras, donde estudia los años 1909, 1913 y 1914. Participa en el debate estudiantil tanto en el Centro Universitario como mediante la prensa. Propone la iniciativa de establecer el Patronato Nacional Pro Indígena, anterior Asociación Pro Indígena, el 15 de noviembre de 1909, 5 días después tendría lugar la sesión de instalación de la Asociación Pro Indígena; en la que participaron Víctor Andrés Belaúnde, Alfredo González Prada, Alberto Ulloa y Sotomayor y José de la Riva-Agüero. Durante los años 1912 y 1913 trabaja como auxiliar de la biblioteca de San Marcos. El 12 de noviembre de 1919 obtiene el grado de bachiller en la Facultad de Letras con la tesis La filosofía de lo inexpresable, la cual según Basadre "implicó una crítica audaz a la teoría de Bergson, entonces indiscutida dentro del ambiente universitario de Lima"

Mientras tanto, en este mismo año, Jorge Basadre ingresa a la Universidad de San Marcos. Al poco tiempo se une a un grupo de estudiantes organizado por Raúl Porras para registrar los folletos de la sección "Papeles Varios" de la Biblioteca Nacional. Participaron también: Jorge Guillermo Leguía, Manuel G. Abastos , Ricardo Vegas García, entre otros. En 1919, también se dio la Reforma Universitaria

1920, Pedro Zulen viajó a los Estados Unidos, a Harvard. Es importante resaltar que antes de este viaje, Zulen trabajó por más de un año en la Biblioteca y había propuesto un plan para emprender la catalogación de los libros, para facilitar el acceso a los usuarios.

"La primera noticia que se tiene de la existencia de la decisión de catalogar la biblioteca de San Marcos nos viene a través de la carta que el 15 de julio de 1922 el rector Villarán, recientemente nombrado, mandó a Zulen. Por ella se sabe que Zulen había estudiado lo que ahora se llamaría bibliotecología en Harvard y que, además, Villarán le pedía que preparara un informe sobre la mejor organización, catalogación y amoblamiento de la biblioteca"

Al retornar de su segundo viaje a Harvard, en 1923, siendo rector Villarán, Zulen fue contratado; primero para catalogar la biblioteca y después, para dirigirla.

Durante su gestión como director de la Biblioteca de la universidad, apareció la tesis de Pedro Zulen para el doctorado: Del neohegelianismo al neorrealismo.

La Biblioteca de San Marcos
No exageramos al decir que el trabajo en esta biblioteca fue fundamental para la vida y obra tanto del maestro como el discípulo. Al hacerse cargo de la dirección de la Biblioteca, Pedro Zulen convocó a Jorge Basadre , quien se desempeñaba como auxiliar en la Biblioteca Nacional, para trabajar en ella como redactor del Boletín Bibliográfico (1923-1925) y como supervisor del nocturno(1924). Los trabajos de catalogación empezaron en febrero de 1923. "La primera operación fue numerar los libros al interior, a fin de no verse obligado a cambiar los actuales registros, y hacer así el catálogo en el menor tiempo posible. En seguida, se procedió a reunir los volúmenes dispersos de obras y revistas. Terminada esta operación, se dio comienzo al ordenamiento por secciones....Se espera que a la llegada de las tarjetas y etiquetas (labels) que se han pedido al Library Bureau, se allanarán las dificultades, a fin de que el catálogo sea inaugurado en diciembre próximo."

Lamentablemente, Pedro Zulen falleció el 27 de enero de 1925, dejando cerca de 16 000 registros en el catálogo por autores iniciado en 1923; tocaría a Jorge Basadre culminar esta obra.
Al maestro con cariño En 1930 Jorge Basadre asumió la dirección de la Biblioteca de San Marcos,
designado por el rector Deustua. Al igual que su maestro, en 1931 viajó a Estados Unidos, con una beca de la fundación Carnegie para especializarse en administración bibliotecaria, realiza sus prácticas en escuelas bibliotecarias y bibliotecas norteamericanas; antes de este viaje había obtenido el bachillerato en derecho con la tesis El dilema entre el gobierno fuerte y la libertad en el derecho peruano hasta 1872. En 1931 se produjo la clausura de San Marcos, por lo que decidió viajar a Europa, volvió al Perú a fines de 1935.

Pero qué opinaba Jorge Basadre de Pedro Zulen, veamos: "Hubo muchas cosas que de él me impresionaron, además de su vasta cultura y de su cordialidad con los alumnos, entre ellas su tenaz defensa de los fueros y de los derechos de los empleados y su sencillez en el trato con ellos, sin mengua de la exigencia vigilante para que cumplieran con sus tareas, su respeto sin adulación ante las autoridades y su dura altivez si en ellas hallaba arbitrariedades o indiferencia (...)Confieso que en él me inspiré en muchas ocasiones de mi vida. No me enseñó en el aula; pero me enseñó con el ejemplo y a través de innumerables y sencillas charlas en la biblioteca y en las calles"

Palabras llenas de entrañable afecto, las cuales reflejan el respeto y admiración que Jorge Basadre tenía hacia Pedro Zulen, quien a pesar de no haberle enseñado materia alguna pero sí con el ejemplo de su dedicación en el trabajo bibliotecario, mereció con creces por parte del hijo predilecto de Tacna, el honroso título de maestro. Al retornar de Tacna, en 1935 , se hizo cargo de la dirección de la biblioteca universitaria, organizó las secciones de Ingresos, Catalogación y clasificación, Circulación e Informes, Conservación del local y materiales. Sobre el legado de Zulen expresaba lo siguiente: "Hace algunos años que la Biblioteca de la Universidad empezó a procurar con diligencia y cariño el cometido de su misión de atesorar y divulgar el acervo de la cultura. Un gran espíritu, Pedro Zulen, inició esa obra. Desde entonces, con alternativas impuestas por las turbulencias de la vida nacional y universitaria y las circunstancias económicas, el impulso de trabajo no se ha extinguido."

En 1940, Basadre culminó el Catálogo por autores conocido como Catálogo Zulen. Dos años más tarde, es obligado a dejar su puesto en la Biblioteca de San Marcos

La Biblioteca Nacional 1943-1948: Reconstrucción total

En 1943, se produce el devastador incendio de la Biblioteca Nacional. Inmediatamente el gobierno formó el Comité Pro-Reconstrucción, nombrando como secretario al doctor Basadre. En junio, el presidente Manuel Prado ofreció el cargo de director a Jorge Basadre, quien ya había contraído el compromiso de dirigir un curso de seminario de historia latinoamericana en la Universidad de Columbia en Nueva York. Sobre esto escribió: “Me negué una y otra vez, enseñando credenciales y pruebas acerca de mi compromiso ya contraído, y fundamentando con la mayor franqueza, mis otras razones. El presidente Prado insistió; sin embargo, e invocó el nombre del Perú (...) me pareció que hubiese sido una traición a la razón de ser de mi vida si persistía en la negativa. No había solicitado el cargo, ni lo había siquiera deseado, pero no me era
dado rechazarlo si se insistía en confiármelo y si se convenía en ciertas condiciones básicas.

Estas condiciones, aceptadas por el presidente Prado, fueron tres:
♦ Criterio técnico en la organización del nuevo establecimiento.
♦ Autoridad efectiva para manejar la Biblioteca y trato directo con el jefe de estado.
♦ Creación de la Escuela Nacional de Bibliotecarios.

Basadre había comprendido que su obra no debería limitarse a una reconstrucción sino a una modernización, que sirviera eficazmente a las generaciones futuras; también que no debería perderse el tiempo en largos trámites, dada la magnitud de la tarea por realizar:

“Sobre sus cenizas sólo le cabía al Perú erigir otra institución, no para que fuese lo más parecida
posible a la antigua, sino para que tratara de ser lo más parecida posible a lo que significa una biblioteca moderna en un país democrático (...) La reconstrucción tenía que ser total: libros, servicios, organización personal, espíritu”.

Sobre la tercera condición y cómo se cumplió trataremos más adelante. Con el respaldo de su experiencia en la Biblioteca Sanmarquina y en la propia Biblioteca Nacional, así como sus conocimientos bibliotecológicos, Basadre se encontraba en condiciones de afrontar la inmensa tarea de reconstruir, literalmente desde sus cenizas, la Biblioteca. El plan para la nueva Biblioteca Nacional fue definido claramente por el mismo Basadre: “Había que elaborar el plan de una biblioteca técnica tratando de dotarla de todos los servicios de las modernas instituciones de ese tipo, adaptados a las circunstancias propias o peculiares nuestras, a base de la experiencia internacionalmente obtenida, (...) y procurando, al mismo tiempo, echar las bases de una acción futura de la Biblioteca Nacional sobre el desarrollo bibliotecario en todo el país”.

Las primeras labores consistieron en rescatar papeles semiquemados o mojados, recogiéndolos del suelo, limpiándolos y ordenándolos; con especial atención para las zonas correspondientes a la ubicación que tuvieron los más valiosos. En 1944, ante la necesidad de demoler el edificio para iniciar la reconstrucción, el personal tuvo que mudarse. Después de examinar varias alternativas, ocuparon un sector de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Poco a poco se consiguieron nuevos ejemplares, incluso obras originales. Para la catalogación fueron adoptadas las reglas de la American Library Association en su edición de 1941. El sistema de clasificación escogido fue el Dewey, con algunas modificaciones.

Las donaciones particulares no se hicieron esperar, también hubo canjes valiosos y adquisiciones importantes como la colección del general argentino Agustín P. Justo, etc. Se inició un esfuerzo para obtener por copias fotostáticas o en microfilm, los más valiosos documentos peruanos existentes en los Estados Unidos. Durante esta gestión aparecieron tres publicaciones: el Anuario Bibliográfico Peruano, el Boletín de la Biblioteca Nacional y la revista Fénix, era fundamental que el público conociera de cerca las actividades de la Biblioteca.

Las obras del edificio de la Biblioteca se paralizaron a fines de 1945 y en 1947; entonces, como ahora, el principal problema era económico. Jorge Basadre proyectó y obtuvo del Congreso la dación de una ley 15 que creaba una renta especial para la construcción de la Biblioteca Nacional y sus accesorios. En setiembre de 1947, se abrió el Departamento de Niños, organizado por María Elisa de Otero; en noviembre del mismo año, la sala de lectura Perú y en enero de 1948 las salas de Ciencias y Artes; la sala de Investigaciones, a cargo del Departamento de Investigaciones Bibliográficas y la sala de Obras Generales.

Reaperturada la Biblioteca en 1947 (con más de 134 000 volúmenes) y cumplida su misión en sus aspectos esenciales, Basadre dejó el cargo. Sin embargo, su apoyo a la Biblioteca Nacional no se limitó a su gestión como director. Ya en 1945, al ocupar el cargo de Ministro de Educación, creó un Consejo de Bibliotecas Populares, que entró en receso hasta 1956, año en que volvió a ocupar dicho ministerio. El 27 de octubre de 1957 se creó el Departamento de Fomento de Bibliotecas Populares y Escolares. Por iniciativa de la señora Carmen Checa de Silva fue inaugurado el 1 de agosto de 1957 la primera biblioteca rodante del Perú, el bibliobús, inicialmente orientado a los pueblos jóvenes. Se abre la Biblioteca del Callao y la Biblioteca de Tacna. En 1963, el Fondo San Martín, creado para solventar los gastos de la Biblioteca pasa a ser administrada por ella.
Entre los principales colaboradores del Historiador de la República podemos
mencionar a: Germán Univazo, Jorge Moreno, Andrés Viccina y Alejandro Lostaunau.
Definitivamente, la Biblioteca Nacional recuperó su sitial privilegiado, gracias al esfuerzo y
vocación de servicio de todas estas personas.

Comienza nuestra historia: La Escuela de Bibliotecarios
Gracias a la gestión del doctor Basadre, la Escuela de Bibliotecarios, comenzó a funcionar en junio de 1944, en la Escuela de Bellas Artes. Más tarde se trasladará a lo que hoy es el centro de Estudios Histórico-Militares. Su personal docente estuvo conformado por cuatro profesores seleccionados por el Comité de Ayuda Norteamericana a la Biblioteca: Raymond Kilgour, Josephine Fabilli, Margaret Bates (norteamericanos) y Jorge Aguayo (cubano). Estuvo a cargo de la secretaría de la Escuela: Carmen Ortiz de Zevallos, bibliotecaria graduada en Madrid; actualmente la sala especializada en Bibliotecología y Ciencias de la Información de la Biblioteca Nacional lleva su nombre. También se contó con el apoyo de Luis F. Xammar, Alberto Tauro y Alberto Pincherle. Se dio prioridad a la práctica inmediata, debido a las circunstancias; respecto a la primera promoción de bibliotecarios en el Perú Basadre opinaba que:

“Lo importante era que ya teníamos un puñado de muchachos y muchachos entusiastas, con los
sólidos de una preparación, dispuestos en su mayoría a pasar por los peores sacrificios para trabajar en la labor bibliotecaria. Ellos instalaron los primeros servicios técnicos y lo que no habían aprendido en la Escuela lo fueron aprendiendo en la práctica diaria porque tenían la mística bibliotecaria y el deseo de trabajar bien”.

Con la apertura de la Escuela Académico Profesional de Bibliotecología en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en 1980, la Escuela de Bibliotecarios se traslada al campo universitario; seis años después, la Pontificia Universidad Católica del Perú haría lo propio. En 1992 se crea el Colegio de Bibliotecólogos del Perú. Debido a la firma del Convenio de Cooperación Interinstitucional entre la Biblioteca Nacional y la Universidad de San Marcos, la profesionalización de la Bibliotecología peruana entra en crisis. Finalmente este convenio fue anulado en el 2001.

Lo estudiantes de hoy, promesa para el futuro

Hasta aquí hemos visto el pasado, los inicios de nuestra carrera. Resulta en verdad interesante la influencia de Zulen en Basadre, lo decisiva que fue para la Bibliotecología peruana. Actualmente con sólo dos universidades que ofrecen la carrera, el número de Bibliotecólogos aún puede considerarse poco para satisfacer las necesidades informativas de millones de peruanos
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. A continuación las palabras del historiador Ernesto Yepes, tacneño como Basadre, en una entrevista ofrecida al diario La República: “Basadre lucha desesperadamente por incentivar la
lectura, por difundir el libro, por hacerlo asequible a todas las gentes. Es un hombre que se pone el Guardapolvo de bibliotecario siendo director de la institución, y conversa con los lectores, les aconseja lo que deben leer o investigar. Es un apóstol del libro. De allí proviene su interés por la Biblioteca Nacional, la cual no reconstruyó, sino construyó, porque quería un centro moderno, eficaz, descentralizado.(...) Lo interesante es que Basadre puede decir que la Biblioteca tiene limitaciones, pero al mismo tiempo hace lo posible por superar eso; no se agota en el desencanto, ni se arredra, más bien persiste en su tarea”.
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No obstante las dificultades y de, como indicábamos al principio, no contar con los adelantos tecnológicos que hoy conocemos y que a veces nos resulta tan natural usar, que no reflexionamos sobre ello; Basadre y Zulen, qué lejos estarían de imaginar los OPAC, buscadores como Google y Yahoo, las alertas bibliográficas por correo electrónico, los mensajes a través de las listas de interés, sistemas de gestión de bibliotecas como Sabini, Aleph; ellos, sanmarquinos –como nosotros- pudieron realizar grandes obras en beneficio de la cultura y de los peruanos, conocían la realidad en que vivían, la comprendían, pero lejos de desalentarse lucharon por vencer innumerables obstáculos y lo consiguieron, ¿Cual fue la clave de su éxito? Ambos tenían un denominador común, amaban lo que hacían, unido a un inquebrantable espíritu y amor al Perú, “sin duda la gente apasionada con lo que hace no es sólo la más satisfecha, sino la que logra los mejores resultados”, esto no sólo puede y debe aplicarse a nuestra carrera sino a cualquier campo, solo aquella persona que ama lo que hace, pone su mayor entusiasmo y esfuerzo en que las cosas salgan bien. La herencia -los conocimientos, la experiencia y sobre todo el ejemplo de sus vidas- que recibimos de Basadre y Zulen, de la Escuela de Bibliotecarios y de las anteriores promociones de ambas universidades es invalorable; nos toca ahora a nosotros los jóvenes estudiantes, la nueva generación, dejar nuestra contribución para los que vendrán después, teniendo en cuenta que contamos con muchas ventajas, las cuales debemos saber aprovechar. Deseo terminar estas líneas con parte del Mensaje a la Juventud de Jorge Basadre, cuya lectura me atrevo a recomendar a mis compañeros estudiantes: “El saber es como la riqueza. Fecundo cuando está al servicio del hombre; peligroso cuando está al servicio de sí mismo. De acuerdo con la jerarquía natural de los valores; no es el número de escuelas, ni el número de libros ni la cantidad de escritores lo que valoriza a un pueblo, sino la calidad de sus hombres y la naturaleza de su cultura, la sabiduría del corazón. Es el corazón lo que está en el centro del hombre total.

Tomado de:
http://www.bibliodocencia.com/4/4_1.pdf

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